Beneficios de salud pública
Las plantas y particularmente los árboles se encuentran estrechamente relacionados con el mejoramiento de la salud física y mental de los citadinos. Ejemplo de lo anterior es la retención por el follaje de los árboles de los sulfatos presentes en los contaminantes aéreos que se relacionan con enfermedades respiratorias como bronquitis crónica, asma y enfisema, o la posibilidad de realizar ejercicio físico en las áreas verdes urbanas (Benavides, 1989).
El ruido, entendido como un sonido de una intensidad mayor a lo normal o de permanencia prolongada, se ha convertido en un problema creciente en las ciudades. A diferencia de otras fuentes de contaminación, es inconstante y se disipa a grandes distancias, por lo que es fácil no percatarse de su efecto (contaminación invisible). No obstante lo anterior, produce efectos físicos y psicológicos adversos en el ser humano que repercuten en una dificultad para la concentración, molestias para dormir o descansar y daño permanente en la audición (Robinette, 1972; Hartshorn, 1980; Benavides, 1989).
Debido a que el sonido se propaga a través del viento, las plantas funcionan como atenuadores efectivos del ruido pues lo absorben, desvían o dispersan. Asimismo, en virtud de que los patrones de sonido están relacionados con las condiciones climáticas, reducen el ruido mediante la estabilización de la temperatura y la modificación de la velocidad del viento, entre otros factores (Robinette, 1972; Grey y Deneke, 1992).
El abatimiento del ruido o contaminantes que puede obtenerse por los árboles y la vegetación asociada, es de gran ayuda para reducir la presencia de varios males entre la población urbana (Benavides, 1989).
Bibliografía